Innovación

Mar de plásticos, mar de oportunidades

Los océanos se llenan de residuos a pasos agigantados. La firma de moda Ecoalf impulsa un proyecto para evitar este desastre medioambiental.

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08
junio
2017

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Una extraña especie marina ha venido a colonizar nuestros océanos: en 2050 habrá más plásticos que peces. La Fundación Ellen MacArthur ha llegado a esta conclusión alarmante en un estudio de enero de 2016. Todos los años se arrojan a los océanos más de seis millones de toneladas de residuos que, además de contaminar cada metro cúbico, matan a más aves y especies marina que el cambio climático.

Si no paramos esta tendencia, la cantidad de basura podría duplicarse en solo 10 años. «Cambiar el modo de relacionarnos con el mar y encontrar soluciones que nos aseguren la esperanza de vida de nuestro planeta» es una de las máximas del proyecto Upcycling the oceans (Reciclando los océanos), impulsado por la marca de ropa Ecoalf, cuyas prendas se crean a partir de la reutilización de materiales como redes de pesca, neumáticos, botellas de plástico y hasta granos de café. «Ya lo están diciendo los científicos», advierte el fundador de la firma, Javier Goyeneche. «Hay sitios donde el problema del plástico es más grande que el problema del plancton [el responsable de la producción de más de la mitad del oxígeno del planeta está siendo afectado por el incremento en las concentraciones de gases de efecto invernadero]. Ha llegado el momento de reaccionar. Sobre todo porque hay formas distintas de hacer las cosas que pueden evitar esto. Es el momento, ya».

Javier Goyeneche, presidente de Ecoalf: «El proyecto denuncia lo que está pasando en el mar y lo contrarresta»

Su iniciativa, que quiere replicar en otras partes del mundo, tiene como objetivo recuperar la basura que destruye el Mediterráneo y transformarla en hilo de primera calidad. Para tamaña empresa, Ecoalf ha pasado años dedicados a la investigación y el desarrollo, y ha contado con la solidaridad de quienes mejor conocen esas aguas: los pescadores de Levante. Gracias a su colaboración, la firma recupera una tonelada de basura al día, dando una segunda vida a plásticos que, de otra manera, permanecerían más de 400 años en el fondo de los océanos, deteriorando ecosistemas de los que el ser humano depende estrechamente. «El riesgo es demasiado alto para quedarnos de brazos cruzados», dice Goyeneche, «por eso hemos creado la Fundación Ecoalf. No solo recogemos basura de los océanos, también concienciamos a la gente sobre la imposibilidad de seguir abusando de este planeta».

Ecoalf también cuenta con el apoyo de Ecoembes, que se ha sumado a la iniciativa con el objetivo de impulsarla en el resto de regiones mediterráneas y de fomentar la recuperación de otros residuos, más allá de las botellas fabricadas de plástico PET, como son el film, el acero y el aluminio, entre otros, para transformarlos en materia prima útil para otros sectores.

Pescar redes de pescar

En Ecoalf aprovechan el plástico, el poliéster y también el nailon de las redes de pesca. «Las reciclamos desde hace cinco años, más de 30 toneladas, cuando termina su vida útil. Cuando los pescadores salen a faenar, se les queda mucha basura en la red. Para que no la tiren a los océanos hemos puesto un contenedor en cada embarcación, incluyendo los 170 barcos de pesca de arrastre en Levante. De esos pequeños contenedores las llevan a otros más grandes de 11 puertos diferentes, donde las recogemos cada semana y las categorizamos y enviamos a su canal de reciclaje correspondiente. Convertimos las redes en escamas, luego en polímero, después en hilo y luego en tejido. Es un proyecto muy bonito, porque intervienen fábricas españolas. Son cinco fábricas y un proyecto de I+D enorme. La complejidad, aparte de toda la logística que lleva detrás, es que el residuo sale del agua muy dañado. La calidad de nuestro hilo depende de la calidad del residuo, y los materiales a lo mejor llevan en el mar 10 ó 14 años, y con la sal y el agua la calidad es mucho peor, con lo cual ha habido un proceso de investigación enorme para conseguir la calidad que nos permite hacer tejidos de este nivel. Es un proyecto pionero en el mundo que no solo denuncia lo que está pasando en los océanos, sino que lo contrarresta. Estamos sacando del mar casi una tonelada de residuos al día».

Y evitando, por ende, que las redes acaben en el fondo. «Las cambian los pescadores cada cinco o seis años, y muchas de ellas miden un kilómetro y medio de largo. Eso es mucho nailon. Durante muchos años han acabado en el mar, porque a los pescadores les cobraban por dejarlas en el puerto. Ahora, afortunadamente, estas redes desechadas se están comprando para reciclaje».

océanos mar plastico reciclaje

En Ecoalf también invierten investigación y esfuerzo en la reutilización de otro material para cuya producción se utilizan cantidades ingentes de agua: el algodón. «A la gente muchas veces le impresiona cómo se recicla todo lo demás, como las redes o el café, pero muchos no saben que lo más complicado es el algodón. Estamos utilizando postindustrial y postconsumo. Todo eso se junta, se trincha y da un hilo muy corto que es muy difícil de trabajar. Por cada kilo se consumen 10.000 litros de agua. En el Mar de Aral, se decidió redireccionar sus afluentes para las plantaciones de algodón de Kazajistán y se lo cargaron en tres años, creando un desierto. Las fábricas de China las están llevando a Perú, es decir, están utilizando agua para fabricar algodón cuando no hay agua ni para beber. Lo bueno que tiene el reciclaje del algodón es que es un proceso mecánico; por lo tanto, lo que lleve de reciclado equivale prácticamente en porcentaje al ahorro de agua. Imagina lo que ahorras si utilizas un 75% de algodón reciclado».

Hilando fino a partir de residuos

La firma recoge cada día una tonelada de basura del mar Mediterráneo

Una firma atípica con procesos de producción atípicos, que nació hace cinco años de las inquietudes ecológicas de su fundador: «En 2009, cuando tenía la compañía Fun and Basics, también tenía muy presente el mundo de la sostenibilidad. Estuve buscando proyectos que incorporar a ese concepto, pero no había ninguno que me gustara. Entonces decidí: ¿por qué no aunar sostenibilidad y moda?». Una pregunta sencilla, aunque la respuesta fue extremadamente compleja. «Hay dos cosas contra las que intentamos luchar. En primer lugar, para mucha gente un producto de reciclaje es un concepto peyorativo, como si cogiera el edredón de mi abuela para hacerme una mochila, y no es así. A través de mucha innovación, conseguimos un filamento que tiene la misma calidad que los que vienen de materias primas directamente. Nuestra compañía es muy atípica, porque arrancamos desde el residuo. Las firmas de moda convencionales van a una feria y compran los tejidos. Nosotros localizamos el residuo, pero no nos vale con cualquiera. Nuestro trabajo es localizar las botellas de plástico adecuadas, ir a ver las redes de pesca en los puertos, y lo mismo con los restos de café, de neumáticos… A partir de ahí, con esos filamentos hacemos los tejidos, lo que para nosotros es otra complejidad muy grande que, además, requiere trabajar con una antelación brutal sobre las colecciones. Luego ya creamos el producto. La parte final es, por tanto, igual que con un producto no reciclado».

La pregunta es inevitable: la ropa de material reciclado ¿es a su vez reciclable? «Esa es la gran asignatura pendiente», reconoce Goyeneche. En el caso del algodón es muy fácil, pero con el resto de las prendas es mucho más complicado. Estuvimos estudiando durante muchos meses entrar en el proceso Eco Cycle, creado por una empresa japonesa, pero ahora vendemos en 10 países, que no es mucho. Tendríamos que esperar que cada cliente de Austria, Alemania, Canadá, Sudamérica, etc., cuando ya no utilizase su prenda, nos llamase, reunirlas todas y mandarlas a Japón. Es complicado. Además, para que el proceso de reciclaje sea realmente eficiente habría que diseñar la ecoprenda perfecta, y no es fácil aunarlo con las características técnicas que reclama el consumidor».

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